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viernes, 14 de febrero de 2014

Angelito

"Hay dos clases de memoria visual: con una, recreamos diestramente una imagen en el laboratorio de nuestra mente con los ojos abiertos (y así veo a Annabel, en términos generales tales como «piel color de miel», «brazos delgados», «pelo castaño y corto», «pestañas largas», «boca grande, brillante»); con la otra, evocamos instantáneamente con los ojos cerrados, en la oscura intimidad de los párpados, el objetivo, réplica absolutamente óptica de un rostro amado, un diminuto espectro de colores naturales (y así veo a Lolita)."
Lolita,  Vladimir Nabokov

No me gustaba Platón, antidemocrático, elitista, arrogante; no me gustaba su ontología, la Teoría de las Ideas. Y con eso que me encuentro con unos ojos negros, que me observan con curiosidad, con atención, respeto y en silencio. En menos de un segundo, a través de esa mirada he viajado al mundo de las ideas, y la belleza perfecta ha acariciado la piel de mi rostro como los rayos del sol en una tarde de primavera. Y para cuando soy consciente de lo sucedido, allí estoy, plantada delante de él, rodeada de gente, en el mundo cotidiano, el mundo sensible. El alma que ha caído a la tierra ha olvidado todo y y perdido sus alas; pero "viendo la hermosura de este mundo y acordándose de la verdad, toma alas y, una vez alada, desea emprender el vuelo" (Platón). Por ello el amor es filósofo. Por ello a través de su mirada sensible, recuerdo la belleza perfecta ya conocida.


Y no puedo añadir nada más, no hay palabras en este mundo que alcancen describir las sensaciones de esta revelación.

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