Tal y como Sócrates, un hombre extraño que a pesar de no salir nunca de su ciudad, Atenas, fue considerado como el más sabio de su tiempo, Michel de Montaigne, retirado en su castillo nos dejó plasmado en sus ensayos su pensamiento, que a día de hoy en 2011, calificaría de muy sabios, ya que nos muestra una lección que aún no se ha aprendido: la tolerancia.
En sus escritos se puede observar un lenguaje dubitativo, derivado de su escepticismo y en ocasiones, pesimismo, al referirse al hombre, a la raza humana: la califica como no más superior a los animales, y califica esa idea como una falsa pretensión, porque no podemos creer nuestros razonamientos. La razón humana, el logos, no es universal, sino que es particular, y además cambiante, volátil y diversa. Esa es la idea que deja ver en la Apología de Raimundo Sabunde, capítulo 12, libro segundo.
En sus ensayos Montaigne nos habla de tolerancia, siguiendo su línea de pensamiento, si la razón no es universal sino que es particular y diversa, ninguna está por encima de otra, ya que no podemos confiar en la verdad de nuestros razonamientos (más bien en la validez). De manera que promueve un respeto hacia las otras culturas, la tolerancia entre ideas. Montaigne desprecia la violencia, en concreto se refiere a los conflictos religiosos entre católicos y protestantes y el fanatismo que conlleva casi siempre este tipo de guerras. El fanatismo va en contra de la tolerancia y el respeto. Además de los conflictos religiosos, el pensador francés vivió la conquista del nuevo mundo, a la que definía como “viles victorias” por la esclavitud a la que sometían al pueblo nativo.
Michel de Montaigne profesa la relatividad cultural, un tema del que hablaba Heródoto en “Los nueve libros de historia”. En el fragmento número XXXVIII del Libro III de los Nueve Libros de la Historia, Heródoto expone que para cada hombre la mejor ley es la de su patria, y para ilustrarlo cuenta una anécdota ocurrida al rey Darío en la que comparó las costumbres entre unos indios llamados Calatias y los griegos al morir los familiares. Para los primeros es una costumbre bien vista y normal comerse los cadáveres de los padres, mientras que para los griegos eso es impensable y su costumbre es quemarlos, una blasfemia para los Calatias. En ese fragmento se habla sobre el relativismo moral en distintos pueblos, tema que recoge Montaigne reconociendo que las leyes, las morales y las religiones de diferentes culturas, —aunque a menudo diversas y alejadas en sus principios— tienen todas algún fundamento. «No cambiar caprichosamente una ley recibida» constituye uno de los capítulos más incisivos de los Ensayos.
Es importante tener en consideración estas ideas y realizar una reflexión. La diversidad cultural y de opinión es hoy en día fuente de muchos problemas, podemos verlo en televisión, en los periódicos, incluso a pie de calle, esperando en la parada de autobús. A través de los ojos de Montaigne, la multiculturalidad no sería problema, más bien riqueza, humanismo. De ahí la grandeza de nuestro autor, que habla de hombres, a hombres, no de eruditos a eruditos, porque son temas humanos.
2 comentarios:
Has de penjar els treballs de classe? És un resum del que feres a Història filosofia?
Un resum d'un dels treballs de Història 3.
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